La ALEGRÍA de Dios es entregar su vida...
1- Bendición del FUEGO.... que baila y canta, que brilla e ilumina. Llama cálida, chispa de pura felicidad. El fuego se nutre de la madera de la que se hace la/las cruces: bajo la madera en la que se ha colgado el Amor, latía el fuego de Dios. Aquí nos toma, nos toma a nosotros. Él avanza solo.... y luego todo arde de una persona a otra, y la noche es bendecida, lo que nos da la oportunidad de acoger esta felicidad pura: ¡descubrir nuestra vocación de ALEGRÍA dejándonos consumir por el FUEGO!
2- […] La ALEGRÍA es una clave de lectura en todos los tiempos… La Escritura nos la proporciona cuando nos hace remontar el curso de la historia hacia la génesis de nuestra alegría, la alegría que late en el corazón del Creador cuando ve que todo en nosotros es bueno en Sus manos. Y recorrer a pasos agigantados el tiempo que queda hacia esta última creación, ¡cuando nuestra alegría sea buscarnos sólo en la mirada de Dios y ver finalmente que sólo Dios es bueno! Ya no habrá lugar para la tristeza (Apocalipsis). Sí, hemos sido creados para conocer y compartir la alegría de Dios. Más aún, para hacer la Alegría de Dios, para ser la Alegría perfecta de Dios en el Hijo.
3- ¡Ten piedad de mí! Incluso este canto de alegría, que es el GLORIA, deja lugar a otra realidad, aquella en la que caminamos en el dolor y el polvo. Pueblo de pecadores, ciertamente... pero hay más ALEGRÍA en el cielo por un solo pecador que hace penitencia y pasa de las tinieblas a la luz. Pueblo de siervos… destinados a entrar en la ALEGRÍA del maestro por haber creído que valía la pena ser fieles y por hacer valer los talentos confiados. Pueblo de creyentes... ya único y unido en el seno de Abraham esperando ver el Día en que nuestro padre se regocijó de antemano en la FE. Pueblo de santos, pueblo inmenso de todo nuestro pueblo cantando el canto de Moisés y el Cordero, el Aleluya polifónico que constituyen reconstruyendo rasgo por rasgo el rostro vivo del Resucitado arrancado de todas nuestras tumbas... […]
4- MIEDO… la última palabra de nuestro evangelio pascual (Mc 16). Después del ALLELUIA y de tanto camino en busca de la ALEGRÍA, este pobre testimonio de las primeras horas: temblor, confusión, temor, MIEDO en una palabra. Con las mismas palabras hemos vuelto al terror de Jesús en Getsemaní, hace apenas tres días. […] E [incluso] si el Evangelio se detuviera allí, ¿no sería BUENA NOTICIA? ¿No se ha cumplido todo? […] El miedo aquí abre un misterio que se nos escapa, el misterio de la ALEGRÍA de Dios. Todo es diferente en Dios, incluida su alegría. La Alegría de Dios es ENTREGAR SU VIDA.... ¡para que podamos entrar en ella! Se necesitó nada menos que el Espíritu para que nuestro miedo se retirara... La alegría que Dios propone incluye la muerte, todas nuestras muertes: no se trata de volver atrás. Es el precio de la FE.... y la fe es aterradora, como la muerte. […] La ALEGRÍA que se nos propone hoy es difícil, a costa de una lucha sin miedo contra la droga, la violencia.... e incluso la misma muerte. Nuestro bautismo nos dice que hemos estado inmersos en esta alegría como en el agua y el fuego. Alegría consumadora del FUEGO. ¡Tu Dios, nuestro Dios, es un fuego devorador! Alegría límpida, pura, cristalina, fresca del AGUA. ¡Ven hacia el Padre!
F. Christian, extractos de la homilía para la vigilia pascual, del 6 al 7 de abril de 1985