SEMANA SANTA :
con la Paz como hilo conductor...
Año de la PAZ... el tema de la PAZ está inscrito como marca de agua en la PASIÓN de Aquel que se presentó en Navidad como el "Príncipe de la PAZ".
[…] Bendito sea Aquel que viene en el nombre del Señor, el REY, PAZ en el cielo y gloria en las alturas.
Hemos escuchado… los fariseos no pueden soportar este grito: «¡Reprende a tus discípulos! ». ¡Incluso las piedras del camino gritarán! si los hombres no entran en la PAZ destinada a ellos, las piedras saldrán de la suya, de la inercia que es su forma de ser. Pero inmediatamente, Jesús pone esta PAZ en su lugar. La paz de las piedras está ligada a la tierra, no a los hombres. Viene del cielo y sólo echa raíces en la tierra en la FE. Hay que darle la bienvenida y Jerusalén, la Ciudad de la PAZ, no ha abierto los ojos!
Al acercarse y ver la ciudad, le dijo llorando: -¡Si también tú comprendieras en este día lo que lleva a la PAZ! Pero no, no tienes ojos para verlo. Lc 19, 41-42.
El siervo de Isaías sabía algo al respecto. No es fácil -e incluso humanamente imposible- dejar que la PAZ de Dios haga su obra en el corazón del hombre. […]
Pues se deslizan, como tantas tentaciones, otras mil formas de PAZ muy humanas, en las que a veces creemos y que son igualmente ídolos…
- Paz de quien se cree más fuerte: ¡Atención, Satanás os ha reclamado!
- Paz de quien piensa que Dios interviene en todo momento: ¡quien no tiene espada, que venda su abrigo! ¡No cuente con las legiones de ángeles!
- Paz para hacer esto sólo a su propia voluntad: ¡no mi voluntad, sino la tuya! (identificar su deseo con el de Dios).
- Paz que no es más que un gesto, un rito: el beso de Judas.
- Paz del orden político erigido en absoluto: […] Este hombre siembra el desorden en la nación y levanta al pueblo.
- Paz de los enemigos reconciliados: Herodes y Pilatos. Ahora van a convivir.
- Paz de los cobardes: Pilatos cede.
- La falsa paz de los valientes: los soldados también se burlan; la victoria se logra. Se obedece, se colabora en la justicia.
- La paz de las lágrimas y de la compasión: ¡No lloréis por mí!
- Paz de impotencia más o menos consentida: ¡el pueblo se quedó allí para mirar!
- Y luego la paz del sepulcro… la paz del sabbat. ¡Se observa el descanso prescrito!
H. Christian, extractos de la homilía para el Domingo de Ramos, 23 de marzo 1986