Hermanos y hermanas, ¿cómo, en una noche tan oscura, hemos llegado hasta aquí: pueblo iluminado? Fue la Llama la que nos guió. La llama del pastor abrió el paso. Jesús está con nosotros. Jesús vivo está en medio de nosotros. Jesús: ardiendo quemándonos a todos en su ser. Abramos nuestro corazón de par en par. Y dejémonos llevar por las palabras de la Sagrada Escritura.
- (Gn 1,1-2,2). En primer lugar, en el libro del Génesis, aquí hay un hermoso poema que nos espera: palabras de vida, re-creadoras... que nos llevan muy adentro de nosotros mismos, al lugar donde soy creado por amor, palabras que nos llevan allí muy cerca de la Pascua donde Jesús cumple todas las cosas.
- (Gn 22,1-18). Jesús tiene mucho que decirnos: muchas palabras que confiar a nuestra fe. En esta segunda lectura, con Abraham e Isaac, Dios para nosotros se muestra. Padre e Hijo en camino a la Ofrenda. Y lo más bello es que hay lugar para cada una y cada uno en este relato: Abraham, soy yo. Isaac, soy yo. Y el cordero mismo, nos sitúa en él como el cordero pascual.
- (Ex 14,15-15). Estamos realmente en camino, y este viaje - de noche - siguiendo la Palabra no está exento de riesgos. He aquí: aquí delante de nosotros, en esta tercera narración, del libro del Éxodo, está el mar: intransitable. Hermanos y hermanas, ¿no está el Barquero, el Transeúnte con nosotros? Sigamos sus huellas: las de nuestra historia pascual. Entremos en este relato... pero no olvidemos: desde que fue escrito, hay más cosas, palabras añadidas por el Evangelio. Esto: los egipcios, los otros, los "no como nosotros": no se trata de dejarlos en la orilla a merced de las olas. Jesús es el Barquero universal, así que llevemos a los egipcios y a toda la humanidad con nosotros, y dejemos que sólo los carros, cañones, ametralladoras y bayonetas perezcan en las olas.
- (Is 54,5-14). La ruta... este camino de aventura en el que nos arrastra la escucha... es un poco largo. Pero va a alguna parte. Seguramente va a la Pascua. Ahora hay un descanso, mucho mejor que un café: un descanso de amor. Las palabras provienen de un Corazón herido. La Escritura está firmada por la Sangre: Palabra de Nueva Alianza.
- (Is 55,1-11). Quizás podríamos, insensiblemente, dejar que el círculo de la audiencia, el nuestro, se cerrara... con el riesgo de sofocar rápidamente la llama, la Palabra viva. Las palabras que nos llegan ahora: en verdad, en verdad, son para todos: todos los hambrientos, todos los pobres. Dejémosles que nos atraviesen..
- (Ba 3,9-4,4). Ahora hay que ofrecer al Verbo un oído de discípulo, un oído estudioso, atento. Hay cosas que aprender. Hay un conocimiento que hay que recibir de lo alto. Una cosa es necesaria aquí: saber que no sabemos.
- (Ez 36,16-28). En este último relato, antes del Anuncio que pronto estará en la otra habitación, algo va a ocupar mucho espacio: el pecado. Pero por boca del profeta, vienen palabras para decirnos que otro quiere desalojarlo, expulsarlo, derrotarlo. La Palabra aquí denuncia y revela la Mentira. Lo verdadero nos atrae hacia lo nuevo: es nuestra libertad la que él invita para la Pascua eterna.
Hermano Christophe, extractos de la homilía para la noche de Pascua, 19 de abril de 1992,
publicado en Lorsque mon ami me parle, Éditions de Bellefontaine, 2010, p. 57-58