Orad por mí para que el Señor me mantenga en la alegría. Una vez más, nuestra región está inmersa en los horrores de la violencia. Dios no quiere la desgracia. Él está con las víctimas. Dios con nosotros. Puedo continuar mi actividad. No sé cuándo y cómo terminará esto. Orad por mí. (15 de marzo de 1996)
Aquí la situación se ha vuelto inquietante, tal vez el futuro sea peligroso... La muerte... sería un testimonio del absoluto de Dios. (Carta del 17 de noviembre de 1993)