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Mártir, es una palabra demasiado ambigua aquí… Si nos llega cualquier cosa – yo no lo deseo – queremos vivir aquí en solidaridad con todos estos argelinos (y argelinas) que ya han pagado con su vida, únicamente solidarios con todos estos desconocidos, inocentes… Me parece que Aquel que nos ayuda hoy a sostenernos es Aquel que nos llamó. Me quedo profundamente asombrado por esto: El que nos fortalece con vosotros (pueblo argelino) en Cristo y nos da la unción: es Dios. (Carta a un monje)

Pronto un año en la casa del Islam… La Iglesia aquí ha vivido más acontecimientos dolorosos que alegres aparentemente, y al mismo tiempo somos testigos de otra cosa… y, ¿debemos hablar del misterio de la Iglesia? ¿del misterio del pueblo de Dios? en cualquier caso seguramente del misterio de Dios, de un designio de Dios en la casa del Islam … donde el silencio, la oración, es mejor que el compartir - sobre todo el asombro como Jesús bajo la acción del Espíritu: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber escondido esto a los sabios y a los prudentes y haberlo revelado a los pequeños. Sí, Padre, así lo dispusiste en Tu benevolencia…" Y el Profeta dice: "Señor, acrecienta mi asombro frente a Ti". (Carta a un primo, agosto de 1985)

Gracias por vuestra caridad, solicitud, oración…, por estar cerca de nosotros, cerca de nuestra Iglesia…, etc.

... Por el momento, el Señor me da la oportunidad de estar allí con los hermanos, pacíficamente... y, en estos tiempos difíciles, me asombro ante el don de Dios, de vivir mi vida monástica (muy pobremente) aquí, con estos domingos, solemnidades, fiestas… y observo que en cada reflexión comunitaria nunca la palabra de Dios - la del mismo día - me ha hablado tanto para proseguir mi camino… como hace diez años cuando planeaba venir aquí. Ojalá tenga siempre un corazón dispuesto a acogerlo.

Continuad rezando por nosotros, porque lo más difícil será en el futuro… (Carta a la Abadía de Bellefontaine, 1985)