Comunicado de los obispos de Argelia
Nuestra Iglesia estalla de alegría. El Papa Francisco acaba de autorizar la firma del decreto de beatificación de "Monseñor Pierre Claverie y sus 18 compañeras y compañeros". Se nos ha dado la gracia para poder hacer memoria de nuestros diecinueve hermanos y hermanas como mártires, es decir, (según el sentido de la palabra misma), testigos del amor más grande, el de dar la vida por los que se aman. Ante el peligro de una muerte omnipresente en el país, tomaron la decisión, arriesgando su vida, de vivir hasta el final los vínculos de fraternidad y amistad que habían tejido con sus hermanos y hermanas argelinos por amor. Los lazos de fraternidad y amistad han sido aquí más fuertes que el miedo a la muerte.
Nuestros hermanos y hermanas no aceptarían que los separemos de aquellos en medio de los cuales dieron su vida. Son testigos de una fraternidad sin fronteras, de un amor que no hace diferencia. Por eso, su muerte pone de relieve el martirio de muchos argelinos, musulmanes, buscadores de sentido que, artífices de paz, perseguidos por la justicia, hombres y mujeres de buen corazón, han permanecido fieles hasta la muerte durante esta década oscura que ensangrentó Argelia.
Por eso, nuestro pensamiento reúne en un mismo homenaje a todos nuestros hermanos y hermanas argelinos, son miles, que tampoco han temido arriesgar su vida en fidelidad a su fe en Dios, en su país y en fidelidad a su conciencia. Entre ellos recordamos a los 99 imanes que perdieron la vida por negarse a justificar la violencia. Pensamos en los intelectuales, escritores, periodistas, hombres de ciencia o de arte, miembros de las fuerzas del orden, pero también en los miles de padres y madres de familia, humildes anónimos, que se negaron a obedecer las órdenes de los grupos armados. Muchos niños también han perdido la vida a manos de la misma violencia.
Podemos detenernos en la vida de cada uno de nuestros diecinueve hermanos y hermanas. Todos murieron porque cada uno había elegido, por gracia, permanecer fieles a aquellos a quienes la vida del vecindario, los servicios compartidos, les habían hecho su prójimo. Su muerte ha revelado que sus vidas estaban al servicio de todos: pobres, mujeres en dificultades, discapacitados, jóvenes: todos musulmanes. Una ideología mortífera, desfiguración del Islam, no soportaba a estos otros que eran diferentes por la nacionalidad, por la fe. Los más afligidos, en el momento de su trágica muerte, fueron sus amigos y vecinos musulmanes que se avergonzaron de que se utilizara el nombre del Islam para cometer esos actos.
Pero hoy no estamos mirando al pasado. Estas beatificaciones son una luz para nuestro presente y para el futuro. Dicen que el odio no es la respuesta correcta al odio, que no existe una espiral inevitable de violencia. Quieren ser un paso hacia el perdón y hacia la paz para todos los seres humanos, desde Argelia pero también más allá de las fronteras de Argelia. Son una palabra profética para nuestro mundo, para todos los que creen y trabajan para vivirlo juntos. Y son muchos aquí en nuestro país y en todo el mundo, de todas las nacionalidades y de todas las religiones. Este es el sentido profundo de esta decisión del Papa Francisco. Más que nunca, nuestra casa común, que es nuestro planeta, necesita la buena y hermosa humanidad de todos y cada uno.
Nuestros hermanos y hermanas son, finalmente, modelos en el camino de la santidad ordinaria. Ellos son los testigos de que una vida sencilla, pero entregada a Dios y a los demás, puede llevar a lo más alto de la vocación humana. Nuestros hermanos y hermanas no son héroes. No murieron por una idea o por una causa. Simplemente eran miembros de una pequeña Iglesia católica en Argelia que, aunque constituida mayoritariamente por extranjeros, a menudo considerada incluso como extranjera, sacó las consecuencias naturales de su elección de ser plenamente de este país. Estaba claro para cada uno de sus miembros que cuando amas a alguien no lo abandonas en el momento de la prueba. Es el milagro diario de la amistad y de la fraternidad. Muchos de nosotros los conocimos y vivimos con ellos. Hoy su vida pertenece a todos. Nos acompañan ya como peregrinos de la amistad y de la fraternidad universal.
إعلان تطويب تسعة عشر من اخوتنا واخواتنا
بيان أساقفة الجزائر
إن كنيستنا تبتهج. لقد سمح البابا فرنسيس بتوقيع مرسوم تطويب "الأسقف بيير كلافري ورفاقه ورفيقاته الثمانية عشر". نستطيع الآن ذكر اخوتنا واخواتنا التسعة عشر كشهداء، أي (وفقا لمعنى الكلمة) كشهود للحب الأعظم، ألا وهو هبة الحياة من أجل الأحباء. فأمام خطر الموت الذي كان منتشرا في البلاد، لقد اختاروا وهم يعرفون أنهم يعرضون حياتهم للخطر، أن يعيشوا حتى النهاية روابط الأخوة والصداقة التي أقاموها مع إخوتهم وأخواتهم الجزائريين، محبة بهم. فكانت بهذا روابط الأخوة والصداقة أقوى من الخوف من الموت.
لن يقبل اخوتنا واخواتنا أن نفصلهم عن الذين كانوا يحيطونهم. لأنهم شهود لأخوة لا تعرف حدودا ولحب لا يقبل تمييزا. لذلك فإن وفاتهم تسلط الضوء على استشهاد العديد من الجزائريين المسلمين أو الباحثين عن معنى، الذين كانوا يعملون من أجل السلام أو هم مضطهدون من أجل العدالة. كانوا رجالا ونساء ذوي قلب مستقيم، وظلوا مخلصين حتى الموت خلال العشرية السوداء التي لطخت الجزائر بالدماء.
لذلك نضم إلى هذا التكريم آلاف الاخوة والاخوات الجزائريين الذين لم يخشوا على حياتهم باقين مخلصين لإيمانهم بالله وبوطنهم وأوفياء لضميرهم. نخص بالذكر الأئمة التسعة والتسعين الذين فقدوا حياتهم لأنهم رفضوا تبرير العنف. كما نتذكر المثقفين والكتاب ورجال العلم أو الفن وعناصر الشرطة، بالإضافة إلى آلاف الأباء والأمهات الذين رفضوا إطاعة أوامر الجماعات المسلحة. دون أن ننسى جميع الأطفال الذين تعرضوا إلى العنف نفسه وفقدوا حياتهم.
لنتوقف أمام حياة كل من اخوتنا واخواتنا التسعة عشر. لقد توفي كل واحد منهم لأنه اختار، وهو مسترشد بالنعمة، أن يظل مخلصا للمقربين إليه في حياة الحارة أو في الخدمات المشتركة. وكشفت وفاتهم أن حياتهم كانت في خدمة الجميع: فقراء ونساء في ظروف صعبة ومعوقين وشباب، جميعهم مسلمين. ولكن ايديولوجية قاتلة (تشويه للإسلام) لم تتقبل أولائك المختلفين بالجنسية وبالإيمان. في لحظة موتهم المأساوي، الأشخاص الأكثر حزنا كانوا أصدقاءهم وجيرانهم المسلمين الذين كانوا يشعرون بالخجل تجاه استخدام اسم الإسلام لارتكاب مثل هذه الأعمال.
ولكننا اليوم لا ننظر الى الماضي. هذه التطويبات هي نور لحاضرنا وللمستقبل، إذ تقول إن الكراهية ليست الجواب الصحيح على الكراهية، وإنه لا يوجد دوامة عنف لا مفر منها. تريد هذه التطويبات أن تكون خطوة نحو الغفران ونحو السلام لجميع البشر، بدءا من الجزائر ووصولا الى خارجها. إنها كلمة نبوءة لعالمنا ولكل الذين يؤمنون ويعملون من أجل العيش المشترك. وهم عديدون هنا في بلادنا وفي جميع أنحاء العالم، وهم من جميع الجنسيات ومن كل الأديان. فهذا هو معنى قرار البابا فرنسيس هذا. إذ أن بيتنا المشترك الذي هو كوكبنا بحاجة أكثر من أي وقت مضى لإنسانية كل شخص، لإنسانيته الجيدة والجميلة.
أخيرا إن إخوتنا وأخواتنا هؤلاء هم قدوة على طريق القداسة العادية. فهم شهود على أن حياة بسيطة معطاة كليا لله وللآخرين يمكن أن تؤدي الى قمة رسالة الإنسان. اخوتنا واخواتنا ليسوا أبطالا. لم يموتوا من أجل فكرة أو قضية. كانوا ببساطة أعضاء كنيسة كاتوليكية صغيرة في الجزائر. إن هذه الكنيسة، بالرغم من كونها مكونة بأغلبيتها من أجانب، وبالرغم من أن أنها تعتبر غالبا أجنبية، قد استخلصت العواقب الطبيعية لاختيارها بأن تكون كليا من هذا البلد. فكان واضحا لكل من أعضائها أنه عندما تحب شخصا ما لا تتركه في وقت المحنة. هذه هي معجزة الصداقة والأخوة، وهي معجزة يومية. الكثير منا يعرفونهم وعاشوا معهم. اليوم حياتهم أصبحت ملكا للجميع. فهم من الآن فصاعدا يرافقوننا على درب الصداقة والأخوة الشاملة.
Alger, le 27 janvier 2018 + Paul Desfarges, archevêque d’Alger + Jean-Paul Vesco, évêque d’Oran + John MacWilliam, évêque de Laghouat + Jean-Marie Jehl, administrateur de Constantine