El monasterio de Notre Dame del Atlas no estaba aislado en su montaña. Había, por supuesto, muchas visitas de los vecinos musulmanes, visitas al dispensario, pero también visitas amistosas, a veces ocasiones de intercambios espirituales. Pero era, también, pulmón de oxígeno de la Iglesia de Argelia, muchos cristianos venían a recargarse espiritualmente, encontrar consejo o simplemente descansar.

Religiosos y laicos de la diócesis lo frecuentaban regularmente y muchos tenían relaciones fraternas y amistosas con los Hermanos. Pero si los huéspedes volvían revitalizados, los Hermanos también se confortaban en el sentido de su presencia por sus visitantes.

No es posible evocar a todos los amigos, y amigos fieles, pero cinco de ellos, por la participación que tuvieron en  la vida, y a veces en la supervivencia del monasterio, merecen ser asociados a los Hermanos en este sitio. Se presentan en las páginas siguientes.