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Extracto de una conferencia dada por el Padre Abad de Aiguebelle, Frère André, en Lyon, el 11 de abril de 2006.

"Los hermanos reflexionaron a menudo sobre el sentido de su presencia orante en tierra del Islam en medio de ese pueblo. El padre Christian de Chergé dibuja en el misterio de la Visitación de María el significado de esta presencia en un texto inédito que se inserta en el retiro predicado a las Hermanas Franciscanas Misioneras de María en Marruecos en 1990 sobre este misterio de la Visitación:

 

Volver al misterio de la Visitación. Es bastante obvio que este misterio de la Visitación, debemos privilegiarlo en esta Iglesia que es la nuestra. Me imagino bastante bien que estamos en esta situación de María que va a ver a su prima Isabel y que lleva en ella un secreto viviente que todavía hoy es el que podemos llevar nosotros mismos, una Buena Noticia viviente. Ella la recibió de un ángel. Es su secreto y es también el secreto de Dios. Y ella no debe saber cómo actuar para revelar este secreto. ¿Va a decirle algo a Isabel? ¿Puede decirlo? ¿Cómo decirlo? ¿Cómo actuar allí? ¿Hay que esconderlo? Y sin embargo, todo en ella se desborda, pero no lo sabe.

            Primero es el secreto de Dios. Y luego, pasa algo semejante en el seno de Isabel. También espera un niño. Y lo que María realmente no sabe es el vínculo, la relación, entre el niño que lleva y el niño que porta Isabel. Y sería más fácil para ella expresarse si supiera este vínculo. Pero sobre este punto preciso, no tuvo revelación, sobre la dependencia mutua entre ambos niños. Simplemente sabe que hay un lazo ya que es el signo que le ha sido dado: su prima Isabel.

            Y así es con nuestra Iglesia que lleva en ella una Buena Noticia, y nuestra Iglesia somos cada uno de nosotros, y hemos llegado a ser un poco como María, antes que nada para prestar servicio (al fin y al cabo es su primera intención)... pero también, llevando esta Buena Noticia, cómo vamos a actuar allí para decirlo… y sabemos que aquellos a los que vinimos a encontrar, son un poco como Isabel, son portadores de un mensaje que viene de Dios. Y nuestra Iglesia no nos dice y no sabe cual es el lazo exacto entra la Buena Noticia que llevamos y ese mensaje que hace vivir al otro. Finalmente, mi Iglesia no me dice cuál es el lazo entre Cristo y el Islam. Y voy hacia los musulmanes sin saber cuál es esta conexión.

            Y he aquí, que cuando María llega, es Isabel quien habla la primera. No es completamente exacto porque María dijo: ¡as salam alaikum! ¡Y esto es una cosa que podemos hacer! Desear la paz: ¡la paz sea con vosotros! Y este saludo sencillo hizo vibrar algo, alguien, en Isabel. Y en su vibrar, algo se dijo… quién era la Buena Noticia, no toda la Buena Noticia, sino lo que se podía percibir en el momento. ¿De donde viene… que el niño que está en mí se estremezca? Y probablemente, el niño que estaba en María se estremeció el primero.

            De hecho, fue entre los niños entre los que pasó aquel asunto… E Isabel proclamó el Magnificat de María. Y finalmente, si estamos atentos y nos situamos en aquel nivel, nuestro encuentro con el otro, con una atención y una voluntad de encontrarlo, y también con una necesidad de lo que es y de lo que tiene que decirnos, presumiblemente, él nos dirá algo que va a encontrarse a lo que llevamos, mostrando lo que hay de connivencia… y permitiéndonos ampliar nuestra Eucaristía, porque finalmente, el Magnificat que podemos, que nos es dado, cantar: es la Eucaristía. La primera Eucaristía de la Iglesia fue el Magnificat de María. Lo que significa la necesidad del uno para con el otro para hacer la Eucaristía: para vosotros y para la multitud..."