Lo que llama la atención desde el principio en el testamento espiritual de Christian de Chergé es su título: "Cuando un A-DIOS se vislumbra…". Creo percibir un primer mensaje en este título, que me habla de un Dios sin rostro… Sí, escucho eso en la frase "Cuando un A-DIOS se vislumbra ", por sorprendente que pueda parecer. Pero, ¿qué hace este «Dios sin rostro» en este título del Testamento espiritual de Christian de Chergé? Como veremos más adelante, es un objetivo para él ver a sus hermanos musulmanes con "la mirada del Padre" hacia el final del texto... Pero al principio de su testamento, contempla su salida del mundo de los vivos, como en un estado intermedio, no ve todavía con la mirada del Padre, está en la angustia humana, natural: está ante un Dios sin rostro.

Christian de Chergé, por lo tanto, vislumbra "ser una víctima del terrorismo" en el quicio entre los años 93-94, tan terribles para el pueblo argelino en el que vivió de niño y donde ha vivido durante más de 20 años. Siente que este final dramático es posible, probable. Entonces vive la finitud humana con agudeza, está más cerca que nunca del misterio de la encarnación. Pero antes de partir, si fuera necesario partir, quiere transmitir un mensaje al mundo, un mensaje importante para el futuro, un mensaje de vida, un mensaje de paz.

Su vida en Argelia estuvo marcada, fecundada en particular por un «ribat el salam», un «vínculo de paz» vivido con sufíes de Médea de la Tariqa alawiyya (en forma de encuentros regulares) (1), pero de manera más general, por sus numerosos y regulares encuentros con musulmanes argelinos. Christian de Chergé era lector del Corán, citaba regularmente las suras en sus homilías, y llegó incluso a reconocer que el mensaje coránico es palabra de Dios dirigida a los hombres (2), lo que ciertamente no es el caso de muchos cristianos, por no decir la mayoría, aunque muchos se declaran adeptos del famoso diálogo interreligioso….

Hay algo que no quiere de ninguna manera, incluso por encima de su propia muerte, es que los SUYOS, su comunidad, su Iglesia, su familia, acusen al Islam y a los musulmanes de su asesinato. La primera frase de su Testamento espiritual es inequívoca, tiene el filo del compromiso sin vacilación, la firmeza de la decisión responsable, ponderada: «mi vida estaba ENTREGADA a Dios y a este país». ¡Está claro! Un don verdadero, no vacila, no habla, no negocia: ¡Christian entrega su vida a Dios y a Argelia! ¿Es necesario recordar que en 1960, un guardia rural llamado Mohammed (¡todo un símbolo!) fue asesinado por moudjahidines por haber salvado la vida de su amigo Christian, que era entonces un oficial del ejército francés en Argelia (3)?

Una vida sacrificada por una vida salvada, me recuerda esta cita evangélica: "Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, y quien pierda su vida por mi causa y por el Evangelio, la salvará". (Evangelio según San Marcos, 8.35). ¿Puede ser entonces que un musulmán portador del nombre del Profeta del Islam aplicara a la letra esta palabra de Cristo? Sin duda, para el joven oficial Christian de Chergé, así fue. ¿Fue este sacrificio del guardia rural Mohammed fundador de algo, entonces? ¿Comprendió el joven Christian de Chergé en ese momento que Cristo no pertenece a ninguna confesión en particular y que su Palabra viva también puede animar a un musulmán?

Es probable... Muchos años después de este acontecimiento traumático, Christian también está listo para dar su vida al Otro: a Dios y a Argelia. El orden obviamente no es insignificante: dar la vida a Dios antes que cualquier otra cosa, esto vale para todo creyente sincero, y dar la vida a Argelia es propio de Christian de Chergé, de su particular individuación. En esta primera frase de su Testamento espiritual afirma su fe en Argelia, indisociable de su fe en Dios.

Tiene fe en el Otro y su Otro terrenal del momento es su anfitrión, el pueblo argelino, la tierra de Argelia y el Islam, un cuerpo y un alma, como dirá más adelante en el texto. Así pues, no quiere que los SUYOS se enojen con este OTRO al que se ha entregado: ya pertenece a los suyos, y esto me recuerda otra palabra evangélica: “Amad a vuestros enemigos (…) Si queréis a los que os quieren, ¡vaya generosidad! También los descreídos quieren a quien los quiere” (Evangelio de San Lucas 6,27 y 6,32). ¡Christian pide finalmente a los suyos que vivan plenamente la palabra de Cristo!

La segunda frase del Testamento es muy rica en significado. Cito: “Que ellos acepten que el Único Maestro de toda vida no podría permanecer ajeno a esta partida brutal”. Como musulmán, no puedo dejar de ser receptivo a esta frase tan acertada. Se podría decir que resume por sí sola la Unicidad divina en la que cree normalmente todo musulmán. El gran místico sufí que fue el Emir Abdelkader afirma en su «Kitab el Mawaqif» («El libro de las paradas»): «Nada es infiel a Alá en el universo, salvo en modo relativo».

El Emir expresa así la quintaesencia de la doctrina de la Unicidad, el Tawhid. Sí, hay maldad y bien en el mundo humano, de ahí la necesidad de la Ley, la Sharia. Pero desde el «punto de vista» divino, nada está absolutamente mal. Alá afirma en el Corán: «Mi misericordia abraza todo» (Sura Las Murallas, 7.156). Y un hadith Qudsi (hadith sagrado y auténtico) atribuye estas palabras a Alá: «Mi misericordia es más alta que Mi ira» o según otra versión «Mi misericordia precede a Mi ira».

Hay otra Sura del Corán que puede ayudarnos a entender las palabras de Christian de Chergé, es la Sura 18, titulada "La caverna", que cuenta la historia de los Siete Durmientes de Éfeso, siete como los siete monjes mártires de Tibhirine... pero al mismo tiempo, una historia fabulosa y muy rica en simbolismo: el encuentro entre el profeta Moisés y un misterioso personaje a quien la tradición musulmana llama El Khadir, que significa El Verde o El que verdece. Esta narración simbólica nos dice que Moisés, encarnando sin duda al profeta de la Ley, quiere ser iniciado en una ciencia divina que solo El Khadir puede enseñarle.

Pero éste advierte a Moisés que probablemente no tendrá suficiente paciencia para comprender esta ciencia que busca. Moisés le promete que será paciente. El Khadir acepta que lo siga, pero rápidamente, su discípulo se indigna por las acciones de su iniciador, que hunde un barco de pescadores, mata a un joven y hace un favor a un pueblo que se ha negado a acogerlo… El Khadir interrumpe entonces la iniciación de Moisés, pero antes de abandonarlo, le revela el secreto de su comportamiento que era injusto sólo en apariencia.

Releemos entonces esta frase de Christian de Chergé a la luz de este relato coránico: “Que ellos acepten que el Único Maestro de toda vida no podría permanecer ajeno a esta partida brutal”. ¿Podría decirse entonces que este monje cristiano tuvo la paciencia requerida por El Khadir y que Moisés no tuvo? El lugar del encuentro con El Khadir el Verde es la confluencia de los dos mares, el Barzakh, que es el «lugar» en cierto modo de la conjunción de todos los opuestos. La Sura 18 también nos dice que en este lugar un pez ha recuperado su vida, como si Barzakh fuera el origen de la vida misma…

 

Al igual que Moisés, podemos emitir juicios negativos, percibir injusticia sobre lo que nos parece absurdo, e incluso podemos ir en nuestra desesperación hasta acusar a Dios de esta aparente injusticia, incluso renegar de Dios, olvidar a Dios… Que ellos acepten que el Único Maestro de toda vida no podría permanecer ajeno a esta partida brutal”. Christian de Chergé, por el contrario, parece aceptar el aparente sinsentido de su brutal muerte, que él presiente, sin duda porque se abandona totalmente a la voluntad divina, porque tiene fe en la misericordia divina, necesariamente superior al no-sentido aparente del mundo.

 

En la tradición sufí, esta serena confianza en Dios se llama Tawakkul, que puede traducirse por abandono total a Dios, confianza total en Dios. Pero no hablemos de coraje a propósito del Tawakkul de Christian, y mucho menos de ingenuidad, como él señala más adelante en el texto: “Mi muerte, evidentemente, parecerá dar la razón a los que me han tratado, a la ligera, de ingenuo o de idealista: "¡qué diga ahora lo que piensa de esto!".”. El Tawakkul, la entrega confiada a Dios, no es valiente ni ingenua: es confianza, fe nutrida del Verbo de Dios mismo. ¡Un árbol sano no es ni valiente ni ingenuo! ¡Él es! Escuchemos lo que nos dice el Corán, en la Sura Abraham, de este árbol sano:

 

14.24.  ¿No ves cómo Dios presenta una parábola de una buena palabra?: (Una buena palabra es) como un buen árbol, sus raíces se mantienen firmes (en la tierra) y sus ramas en el cielo.

14.25.  Da su fruto en cada estación con permiso de su Señor. Dios muestra parábolas a los seres humanos para que así reflexionen sobre ellas y deduzcan las lecciones necesarias.

14.26.  Y la parábola de una palabra corrupta es como un árbol putrefacto arrancado del suelo que no tiene estabilidad

 

Christian de Chergé es portador de una palabra semejante viva, fecunda, y hablo de ella en presente a propósito…

“Que recen por mí. ¿Cómo podría yo ser hallado digno de tal ofrenda?” ¡Sorprendente pregunta! Pero coherente en la mente de Christian, como lo confirma lo que afirma a continuación. Él no quiere ser percibido como un candidato al martirio, ese no es su deseo, sería un deseo egoísta que no tiene nada que ver con su vivencia, su experiencia, su aspiración profunda. No quiere ser visto como un ser extraordinario, un ser más valiente o más fuerte que los demás. Piensa en todas las víctimas de la violencia de los hombres muertos en el anonimato. Christian quiere ser percibido como un ser humano cualquiera, cuya vida no tiene ni más ni menos valor que la de todo ser humano.

Pero después de haber hecho esta aclaración, prosigue con otra afirmación que tiene un alcance espiritual considerable: su vida -dice- «no tiene la inocencia de la infancia». Y añade: “He vivido bastante como para saberme cómplice del mal que parece, desgraciadamente, prevalecer en el mundo, inclusive del que podría golpearme ciegamente”. En este momento del texto no puedo dejar de pensar en esta frase de Dostoievski en Los Hermanos Karamazov: “Todos somos culpables de todo y de todos, y yo más que los demás”. Sí, el Testamento espiritual de Christian de Chergé tiene acentos dostoievskianos, hasta en el perdón concedido y anticipado a su posible asesino. Pero este Testamento tiene sobre todo un acento cristiano…

Christian reafirma además que no desea morir, que no desea terminar su vida como mártir, sobre todo si debe este «martirio» a un musulmán que cree actuar de acuerdo con el Islam, porque no quiere que el Islam en su conjunto sea estigmatizado por su muerte. Él, que ha frecuentado a tantos musulmanes en Argelia, que no hay que calificar de «moderados», como se hace hoy, sabe perfectamente que la violencia que ensangrienta su país de adopción no está dictada por el mismo Islam, sino generada por demasiados años de frustraciones, humillaciones, miserias y sufrimientos del pueblo argelino, que no acepta más que un país tan rico como el suyo no consiga satisfacer sus más elementales necesidades… “Conozco el desprecio con que se ha podido rodear a los argelinos tomados globalmente”, aquí Christian no especifica quién desprecia a los argelinos… se piensa evidentemente en la Francia colonizadora, pero ¿por qué no también en el propio poder político argelino? ¡Un pueblo despreciado tiene razones objetivas para rebelarse y el pueblo argelino es además un pueblo muy orgulloso!

 

Y a continuación viene esta frase magnífica: “Argelia y el Islam, para mí son otra cosa, es un cuerpo y un alma”. En este momento del texto, Christian señala algo absolutamente fundamental: el patrimonio espiritual de Argelia. En 2009, la Tariqa Alawiyya, cuya guía espiritual es Sheikh Khaled Bentounès y cuya Zaouïa madre se encuentra en Mostaganem, en el oeste de Argelia, celebró su centenario. En esa ocasión, el Sheikh Bentounès lanzó por las carreteras del vasto territorio de Argelia una caravana de la esperanza para promover, exponer, descubrir o redescubrir el rico patrimonio espiritual de Argelia celosamente preservado desde hace siglos en un gran número de zaouïas.

 

Esta "caravana de la esperanza" no tenía una finalidad de proselitismo, sino que tenía como objetivo animar o revivir esta alma viviente de Argelia, de la que habla Christian de Chergé. El "ribat al salam" mencionado anteriormente era un vínculo de paz entre los monjes cristianos de Tibhirine y los fuqaras (discípulos) de la Tariqa Alawiyya de Medea y "la caravana de la esperanza" pasó precisamente por Tibhirine en junio de 2009 a iniciativa de estos discípulos alawi para rendir homenaje a los monjes martirizados, en presencia de cristianos de Argelia, del arzobispo de Argel y del embajador de Francia en Argelia. Christian de Chergé, por lo tanto, ha entendido el papel clave de la espiritualidad musulmana en Argelia, porque de hecho, ¡un cuerpo sin alma es un cuerpo muerto! ¡Pero, ¿qué es un alma sin cuerpo?!

 

El cuerpo es Argelia, y es como un cuerpo materno para Christian. Tras afirmar que Argelia y el Islam son un cuerpo y un alma, añade: “Lo he proclamado bastante, creo, conociendo bien todo lo que de ellos he recibido, encontrando muy a menudo en ellos el hilo conductor del Evangelio que aprendí sobre las rodillas de mi madre, mi primerísima Iglesia, precisamente en Argelia y, ya desde entonces, en el respeto de los creyentes musulmanes”. Aquí se entremezclan las imágenes de una Argelia materna, de una madre que le enseña el Evangelio con amor en sus rodillas y de una madre espiritual que es la Iglesia. ¡Bella trinidad! No creo que sea casual que Christian ponga así el acento en el aspecto materno de su experiencia espiritual en Argelia.

 

En la tradición musulmana, lo matricial es fundamental: la fórmula que debe comenzar toda acción y toda recitación coránica es: bismillah el rahman el rahim, traducido generalmente por «en nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso». Pero las palabras "rahman" y "rahim", que son los dos nombres de Allah más invocados entre sus otros 99 nombres, también evocan la dimensión matricial de Dios, su dimensión materna. La tradición sufí dice que Allah ama a sus siervos como una madre. Un hadith cuenta la historia siguiente: un día, el profeta Mohammed que se encontraba con los Compañeros vio a un niño al borde de un precipicio que estaba a punto de caer, cuando de repente apareció su madre que lo salvó in extremis. El Profeta preguntó entonces a sus Compañeros: “¿Puede alguien amar a este niño más que su madre?”. Los Compañeros respondieron: “no”. “¡Pues sí, encarece el Profeta, Allah ama a este niño más que su propia madre!”.

 

Pasemos a la confesión de Christian, después de haber mencionado a los que creen que es ingenuo: “Pero estos tienen que saber que por fin será liberada mi más punzante curiosidad. Entonces podré, si Dios así lo quiere, hundir mi mirada en la del Padre para contemplar con El a Sus hijos del Islam tal como El los ve, enteramente iluminados por la gloria de Cristo, frutos de Su Pasión, inundados por el Don del Espíritu, cuyo gozo secreto será siempre, el de establecer la comunión y restablecer la semejanza, jugando con las diferencias”. Por supuesto, para el musulmán que soy, hay un lenguaje específicamente cristiano, casi incompatible con mi fe, ¿por qué negarlo?

 

Por otra parte, el mismo Christian no niega las diferencias, al contrario, dice que al Espíritu de Dios le gusta jugar con las diferencias para restablecer la semejanza fraterna y establecer la comunión de los corazones. Un hadith afirma que "la diferencia (o la divergencia) es una misericordia de Allah". Y en efecto, ¿cómo avanzar hacia el encuentro con el Otro sin esta diferencia? Si no hubiera diferencia, no habría caminos de encuentro y, por lo tanto, no habría elevación posible, se quedaría en un igualitarismo; sí, lo digo, sería deshumanizante. Y quien no avanza retrocede.

 

Pero más allá de esta diferencia necesaria, deseada por Dios mismo, existe esta "mirada del Padre" que unifica, reconcilia, que se sitúa más allá de las oposiciones. Esta es la mirada que Christian espera alcanzar más allá de la muerte. Un versículo del Corán dice: «Todo está destinado a perecer, excepto el rostro del Señor» (Sura “El Relato”, 28.88). Es este Rostro de Dios el que Christian quiere contemplar, ese Rostro en el que ya no hay oposición, en el que se restablecen comunión y semejanza. Christian aspira a contemplar el verdadero Rostro de Dios.

 

Podría parecer que se contradice en este final de texto conmovedor, lleno de ternura y compasión, porque al principio subrayaba que no deseaba morir como mártir, a pesar de haber confesado desde la primera frase que su vida era entregada a Dios y a Argelia. La tradición sufí me ayuda a entender que no hay contradicción en lo que dice Christian. Esto es lo que Sheikh Muhieddine Ibn Arabi, un gran maestro sufí del siglo XII / XIII, dice sobre el amor desbordante de cierta categoría de siervos de Dios: “Es el exceso de amor o colmo del amor (ifrât al-mahabba) o el amor desbordante (mahabba mufrita) al que se aplica esta palabra divina: Los que creen tienen un amor más intenso (ashaddu hubban) a Dios (Corán, 2,65)”; luego, un poco más adelante, dice: “Según los relatos, este afecto se había apoderado de Zulayka (la mujer de Putifar). Se abrió una vena y la sangre, tocando el suelo en muchos lugares, trazó: “¡José, José!”. Porque la mención del nombre de su amado se había esparcido por sus venas. Es lo que se dice también de Al-Hallâj, cuya sangre derramada de sus miembros amputados escribía el nombre “¡Allah! ¡Allah!” dondequiera que cayera. En este estado, improvisó estos versos ¡Que Dios le tenga piedad! –

 

Ni miembros ni junturas me fueron amputados

 

¡Sin que vuestra mención, Señor, estuviera allí!

 

Estos casos entran en este tipo de afecto y conciernen a estos seres rebosantes de amor (ushshâq) que encontraron de este modo la muerte por amor. Tal sacrificio se denomina dominación de amor (gharâm) (4). » (Tratado de Amor, cap. 7 «De los Nombres del Amor», § 3 «Al-‘Ishq: El desbordamiento de amor», Albin Michel, pp 123-124).

 

¿Entonces Christian de Chergé aspiraba al martirio? Si rebosaba de amor a Dios, entonces podemos responder positivamente a esta pregunta. Pero añadiendo inmediatamente que es Dios mismo quien deleita a su siervo así, por escandaloso que pueda parecer.Que ellos acepten que el Único Maestro de toda vida no podría permanecer ajeno a esta partida brutal”… Un amigo sufí me contó un día acerca de los siete monjes mártires de Tibhirine: "¡Es una oportunidad para ellos! ¡Este martirio es la señal de que Dios los ama mucho!". ¿Palabras chocantes? ¿Escandalosas? ¿O el grito del corazón "que tiene razones que la razón ignora"? Cada uno tiene su propia opinión sobre esta delicada e íntima cuestión… Pero esta frase de Christian parece no dejar ninguna duda sobre su comprensión de su propio sacrificio: “Por esta vida perdida, totalmente mía y totalmente de ellos, doy gracias a Dios que parece haberla querido enteramente para este GOZO, contra y a pesar de todo”.

 

El Testamento espiritual de Christian de Chergé termina con un perdón concedido incondicionalmente a quien lo asesinará. Cuando le conté a mi padre la historia del martirio de los siete monjes de Tibhirine, él me dijo: “¡Los musulmanes que hicieron eso irán directamente al infierno, y los monjes martirizados irán directamente al cielo!”. ¡Fue también un grito del corazón! La mayoría de los musulmanes no pueden menos de estar conmocionados y escandalizados por este crimen contra los siervos de Dios, tanto más cuanto que el Corán mismo elogia a los monjes cristianos que rezan a Dios día y noche.

 

La ley del talión se aplica generalmente en la tradición musulmana, pero siempre existe la posibilidad de que la familia de la víctima de un asesinato obtenga el precio de la sangre por un medio distinto de la muerte del asesino. Y luego está este versículo de la Sura “Las Abejas”: “Si debéis tomar represalias, que sea a la medida de la ofensa sufrida, pero si perdonáis, será mejor para los que son capaces de dominarse” (16.126).

 

Ser capaz de dominarse… Pienso aquí en la historia de Abel y Caín tal como se cuenta en el Corán:

 

5.27.  Nárrales la verdad de la experiencia ejemplar de los dos hijos de Adán, cuando cada uno ofreció un sacrificio y fue aceptado de uno pero no del otro. Dijo (aquel cuyo sacrificio no fue aceptado): “Te mataré”. Contestó el otro: “Dios sólo acepta a los que son sincera y verdaderamente piadosos”.

5.28.  Aún así, si alzas tu mano contra mí para matarme, yo no alzaré mi mano contra ti para matarte. Sin duda alguna, yo temo a Dios, Señor de los Mundos.

5.29.  (Negándome a luchar contra ti y recordando que he de temer a Dios,) deseo sin duda (advertirte) que llevarás el peso de mi delito (si lucho contra ti) y de tu propio delito (por querer matarme) y serás de los compañeros del Fuego; pues esa es la recompensa de los injustos».

5.30.  (Esta advertencia sólo sirvió para encender la pasión del otro:) su alma carnal que le ordenaba el mal le sugirió matar a su hermano, y le mató, convirtiéndose en uno más de los perdedores.

5.31.  Entonces, Dios envió un cuervo que se puso a escarbar la tierra para hacerle ver cómo podría ocultar el cadáver de su hermano. (Al verlo) exclamó: “¡Ay de mí! ¿Es que no soy capaz de ser como este cuervo y enterrar el cadáver de mi hermano?”. Y quedó angustiado por el remordimiento.

¡El versículo 29 de esta Sura titulada “La Mesa” puede parecer escandaloso! ¡Abel le dice a Caín que si lo mata, será responsable de sus propios pecados y de los de su víctima! Entonces se puede sentir lástima por el pobre Caín, que “no habrá sabido lo que hacía”… El versículo 32 de la misma Sura inmediatamente después de la historia de Abel y Caín, dice: “Es por eso que decretamos a (toda la humanidad, pero en particular a) los Hijos de Israel: Quien mate a un alma, a no ser que sea (como castigo legal) por asesinato o por causar desorden y corrupción en la Tierra será como si hubiese matado a toda la humanidad. Y aquel que salve una vida será como si le hubiese salvado la vida a toda la humanidad”. Dios envía un cuervo a Caín para que tome conciencia de su culpa y le haga sentir remordimiento… El cuervo es el ave de mal augurio que no devuelve la rama de olivo que anuncia la salvación a Noé, pero que al mismo tiempo incita a Caín a cavar la tierra…

Esta imagen de «cavar la tierra» me recuerda una historia vivida por Christian de Chergé en Tibhirine y que narra así:

“Desde que un día me pidió, de repente, que le enseñara a rezar, Mohammed (un habitante de la aldea de Tibhirine) se ha acostumbrado a venir a hablar conmigo regularmente. Es un vecino. Tenemos una larga historia para compartir. A menudo tuve que ser breve con él, o pasar fines de semana sin verlo cuando los visitantes eran demasiado numerosos y absorbentes.

Un día, encontró la fórmula para llamarme al orden y pedir una cita: “¡Hace mucho que no cavamos nuestro pozo!”. La imagen ha permanecido. La usamos cuando sentimos la necesidad de un intercambio profundo.

Una vez, como broma, le pregunté: “Y en el fondo de nuestro pozo, ¿qué vamos a encontrar?" ¿Agua musulmana o agua cristiana?”. Me miró medio risueño, medio afligido: “¡Aun así, hace tanto tiempo que caminamos juntos y todavía me haces esa pregunta! … Sabes, en el fondo de este pozo, lo que se encuentra es el agua de Dios”. (5)

He aquí, más allá de nuestras diferencias dogmáticas, teológicas y culturales, existe lo mismo que todos buscamos, cristianos y musulmanes, este "agua de Dios" que aplacaría nuestra sed de paz, nuestra sed de salvación. Christian de Chergé buscó este agua de Dios con sus hermanos cristianos y musulmanes en Argelia. Un agua viva, como aquella en la que el pez de Moisés y de su siervo recupera la vida y se encuentra en la confluencia de los dos mares, el barzakh, es decir, el lugar intermedio del encuentro.

 

Soufiane Zitouni, el 8/09/2010

Aparecido en el sitio oumma.com

 

Notas:

 

(1) Leer a propósito de este “ribat el salam”: Christian de Chergé, une théologie de l’espérance del Padre Christian Salenson, teólogo y director del Institut des Sciences et de Théologie des Religions (ISTR) de Marseille, pp 232.233, Bayard 2010.

(2) Ibid. capítulo 4 : « El lugar del Islam en el diseño de Dios » (pp.53-71) y capítulo 6 : « La lectura del Corán » (pp.93-106) y un libro colectivo que será publicado por la editorial Bayard el 16 de septiembre próximo : Le Verbe s’est fait Frère, Christian de Chergé et le dialogue islamo-chrétien, de Sœur Bénédicte Avon, Anne-Noëlle Clément, Roger Michel y Christian Salenson (un grupo de trabajo del ISTR de Marseille consagrado a los textos de los monjes de Tibhirine).

(3)Ibid. pp. 41-45.

(4) Ibn Al-Arabi, Traité de l’Amour, cap. 7 « Des Noms de l’Amour », § 3 « Al-‘Ishq : Le débordement d’amour », pp 123-124, Albin Michel 2007 (traducción de Maurice Gloton).

(5) Chistian Salenson, Christian de Chergé une théologie de l’espérance, op.cit., pp.75-76.