Dar la vida por amor a Dios, por adelantado, sin condiciones, es lo que hemos hecho... o al menos lo que hemos creído hacer. No preguntamos entonces por qué o cómo. Confiábamos a Dios el empleo de este don, desde su destino día tras día, hasta el último [...] Hemos vuelto al testimonio de Jesús, a su martirio: No hay mayor amor que dar la vida por sus amigos. (Homilía para el Jueves Santo de 1994)