Vous êtes ici...

Después de la visita de Navidad, me llevó quince días, tres semanas, volver de mi propia muerte. Aceptamos la muerte muy rápido, no os preocupéis, pero para recuperarnos, nos lleva su tiempo. Luego pensé: ¿qué puedo hacer por ellos, por este tipo con el que he tenido este diálogo tan tenso? No puedo pedirle al Señor: mátalo. Pero puedo pedirle: desármalo. Más tarde me dije: tengo derecho a pedir: desármalo, si no empiezo por pedir: desármame y desármanos en comunidad. Esta es mi oración diaria, os la encomiendo sencillamente. (8 de marzo de 1996)