En una carta circular enviada el 21 de noviembre de 1995, desde Tibhirine, a los parientes y amigos de Notre Dame del Atlas (citada en Sept vies pour Dieu et l'Algérie), la comunidad precisa las elecciones que han guiado su decisión de no abandonar Argelia a pesar de la violencia que se vive allí. Su esencia monástica se percibe allí muy claramente:
"- PRESENCIA: asegurar una PRESENCIA, no misionera apostólica, sino contemplativa y orante en un ambiente musulmán, gracias a una comunidad estable, unida, fraternal y laboriosa (con los socios). PRESENCIA discreta, misteriosa, separada del mundo y en comunión con las personas, humildemente atenta a las necesidades materiales y espirituales de quienes nos rodean. “Al llevar unos las cargas de los otros, cumplen la ley de Cristo y, al participar de su pasión, esperan entrar en el reino de los cielos” (Constituciones OCSO, 3)”.
"- SIGNO: ORA ET LABORA… ser juntos un SIGNO de Iglesia, invisible para el mundo, pero visible para nuestros vecinos. Testigos de una paz y de una fraternidad posibles, por gracia de Dios, a través de 'nuestras diversidades'. La asociación en el trabajo sigue siendo un elemento capital de nuestra inserción y de nuestra relación con la vecindad. Y por supuesto, nuestro hermano médico, él mismo es SIGNO".
"- CONTEMPLACIÓN… en camino: un CAMINO comunitario hacia la experiencia contemplativa de la unión con Dios. En línea con lo que expresaba Thomas MERTON: "De hecho, el monje no existe para preservar nada, ni siquiera la contemplación, ni siquiera la religión... la función del monje de nuestro tiempo es mantenerse, él mismo, vivo por su contacto con Dios... Los MONJES deben ser como los árboles que existen silenciosamente en la oscuridad, y que con su presencia purifican el aire".
"- FELICIDAD: Una gran alegría inalterable, con la certeza de que Dios nos ha llamado, no solo a vivir la vida monástica, sino a vivirla aquí en Tibhirine, y que hoy también es verdad. La FELICIDAD aquí es arriesgada, pero verdadera. Él se goza en la perseverancia".
Luego, más adelante, "En CONCLUSIÓN... Pensamos permanecer fieles al CARISMA monástico de nuestra ORDEN procurando mantenernos en un equilibrio difícil entre compartir la prueba y la presencia a Dios. Es capital. Debemos mantener ambos extremos de la cadena, en calidad, en intensidad. Alguien a quien le gustaba venir a rezar con nosotros en otro tiempo, y que ahora ha debido alejarse, nos dice que conserva de nosotros una imagen que le habla hoy: "Cerca de la Virgen, a la entrada de la capilla, un monje que distribuye el AGUA día tras día…" ".
En la carta circular del 14 de diciembre de 1995 (citada en Sept vies pour Dieu et l'Algérie), la comunidad reacciona ante los asesinatos de religiosos católicos en septiembre y noviembre: "Imposible olvidar, pasar página: ellas y ellos no murieron para nada. Cristo amó tanto a los argelinos que dio su vida por ellos. Y los nuestros hicieron lo mismo. ¡Tenemos buena memoria pascual!".
El Padre Abad General de la Orden de los Trapenses, Dom Bernardo, cita en su carta circular a la Orden del 27 de mayo de 1996 (citado en Jusqu'où suivre?), un intercambio de cartas con el Padre Christian de Chergé escritas “después del asesinato de las Hermanas de Nuestra Señora de los Apóstoles”: “El Papa ha tenido la gran delicadeza de enviarnos un delegado especial que presida las exequias, el Secretario de la Congregación de Religiosos. Hemos podido encontrarnos con él esta tarde en una reunión con obispos y superiores mayores. Fue particularmente llamativo. Con su sonrisa y mucha convicción nos ha confirmado en nuestro hoy, frente a la historia de la Iglesia, al designio de Dios, y a nuestra vocación religiosa incluyendo la eventualidad del martirio. Todo como exigencia de una disponibilidad a esta forma de fidelidad personal que el Espíritu quiere suscitar y donar a la Iglesia aquí y ahora. Esto no impide ciertas disposiciones concretas y reflejos elementales de prudencia y discreción. (Carta del 7 de septiembre de 1995)”.
En otro párrafo de la circular, Dom Bernardo precisa lo siguiente: “La opción de nuestros Hermanos del Atlas no es única ni exclusiva. Todos nosotros, como monjes y monjas en la tradición benedictino-cisterciense hemos hecho un voto de estabilidad que nos ha ligado hasta la muerte a la comunidad y al lugar en el que ella se encuentra. Varias de nuestras comunidades en los últimos años han tenido que confrontar situaciones de guerra o de violencia; en estas circunstancias han tenido que reflexionar seriamente sobre el sentido de este voto y han tenido que tomar decisiones cruciales sobre si quedarse en el lugar o partir. Tal ha sido el caso de las comunidades de Huambo y de Bela Vista, en Angola, de la comunidad de Butende, en Uganda, de la comunidad de Marija Zvijezda, en Banja Luka en Bosnia y, más recientemente, la comunidad de Mokoto en el Zaire. La mayoría de estas comunidades decidió permanecer en el lugar; los hermanos de Mokoto, por razones diferentes, emprendieron el camino del exilio. En cada uno de estos casos la decisión comunitaria fue tomada después de una seria reflexión por parte de todos”.
Algunas semanas antes del secuestro el Prior, Christian de Chergé, predicaba diciendo: "Y, de hecho, está muy claro que no podemos desear esta muerte, no porque solo le tengamos miedo, sino porque no podemos desear una gloria que se adquiriría al precio de un asesinato, lo que haría que aquel a quien se la debo sea un asesino. Dios no puede permitir esto: no matarás, este mandamiento recae sobre mi hermano y debo hacer todo lo posible por amarlo lo suficiente como para disuadirlo de lo que quiere hacer. Amo lo suficiente, a todos los argelinos, para no querer que uno de ellos sea el Caín de su hermano". (Día de cuaresma, 8 de marzo de 1996, citado en L'invincible Espérance).