- La Palabra de Dios es un POZO. Toda Palabra, cada palabra.... En el desierto de nuestra lengua, hay "palabras huecas", y también hay "pozos" [....]. Quien quiera escuchar a Dios descubrirá estos pozos, cada uno el suyo. La Palabra que se entrega, incluso la perfora, la sondea… Una palabra unívoca es engañosa, se cree ver sólo una roca. Golpear esta roca… sale agua. También se puede tropezar mucho tiempo con las palabras… en Jesús se convierten en Palabra de vida, pozo sin fondo al que se vuelve una y otra vez (las otras fuentes ya no tienen el mismo sabor, aunque acudan al mismo acuífero (sin duda una cuestión de profundidad). […]
- Desde que el Verbo/la Palabra de Dios se hizo HOMBRE, se nos ha revelado el abismo que es la naturaleza humana: en el fondo de este hombre hay un agua viva. Si Dios escudriña los riñones y los corazones, es como un Buscador, en busca del agua que conoce, el agua primordial. Nacimos del agua, dicen las Escrituras (incluido el Corán), agua y tierra mezcladas, agua y sangre mezcladas. A menudo sólo vemos el lodo; pero el lodo señala la fuente, aquí como en Lourdes. La Samaritana hace este descubrimiento: […] no un pozo de ciencia, ni sólo un pozo de sabiduría; un pozo de infinito; un pozo de amor que le hace olvidar las desgracias conyugales.
Mejor aún, este Hombre nos dice que todo hombre es un pozo, incluso el que lo ignora, o el que se ha cerrado, se ha bloqueado, durante mucho tiempo. Jesús viene a buscar agua del pozo de la Samaritana. Escuchemos en el corazón de esta mujer, en lo más profundo de su vida. Dame un poco de esa agua que ya no tengo que beber… ¡No se equivoca! Quien conoce la llave de su corazón puede ir a buscarla. ¡Muchos gurús se vuelven inútiles! Los únicos que importan son los que pueden decirnos lo que somos en espíritu y verdad ¡los que activan la bomba! que nos hacen entrar en adoración, con la boca pegada a la tierra para sacar el agua viva, con la boca tendida hacia las profundidades como las raíces en busca de frescura. […] Misterio del hombre, misterio del hermano: decimos que está aquí, está allí, y se abre otra profundidad. […] Los discípulos creían conocer a Jesús… ¡Sorpresa! ¡Qué puede decir a esta mujer! Creyeron que conocían a esta mujer de mala vida, y a la Samaritana adúltera porque es idólatra, impura… ¡Sorpresa! ¿Qué puede buscar en este hombre, que se le parece? […] Si la Palabra de Dios es un POZO, si el hombre es un POZO, es porque Dios se da a sí mismo... ¡Un POZO = DON en el desierto! […] Obra del AMOR: en la Biblia, los esponsales se sellan alrededor de un pozo... vamos a sacar agua para la amada... […]. Jesús se presenta como el ESPOSO que viene a conquistar a la esposa extranjera, adúltera; es el marido, el «Baal». Maravilla del amor conyugal que espera del otro el agua de la que tiene sed. Misterio del hombre, misterio de Dios… Esto es lo que aprendemos en esta Hora en la que Jesús pasa de la Judea avara de su agua a la Galilea de las Naciones: tres días como para pasar de la Cruz a la Gloria a través de las profundidades del infierno, que son también un pozo donde el agua viva gime, esperando a Aquel que nunca deja de tener sed.
Christian, extractos de la homilía para el 3erdomingo de Cuaresma, 14 marzo 1982, (Jn 2,13-25)